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domingo, 30 de junio de 2013

EL COCUYO VICTORIOSO

Por Lebb

El cocuyo había llegado a creer, como lo hacen algunos humanos, que sin el amor de la cocuya su vida ya estaba concluída...


  Y entonces, cesando de volar sobre el arroyuelo, se tumbó derrotado en el pedregal de su orilla como a la espera de la muerte.

  Fue entonces cuando la luciérnaga amiga suya fue en su busca, y al verlo en ese estado deprimente, le dio consejos como un buen cristiano diciéndole que un cocuyo que se respete debe brillar lo mejor que pueda independiente de lo peor que le pase:

  --"Bello es el amor, ––añadió-- Pero más necesaria es la vida sin la cual no sólo es imposible al corazón palpitar, sino que también es imposible para el alma buscar y valorar nuevos amores.

  Y así fue razonando con él, pausada y sabiamente, a fin de que el mal amado cocuyo aceptara con firmeza interior la pérdida del amor de aquella luciérnaga cuyos encantos no eran para él sino para otro.

  El cocuyo comprendió al final que la correspondencia en los amores no siempre es favor que se le concede a todos los amantes. Y que gracias a las malquerencias y a las penas infligidas por los amores negados o imposibles, van surgiendo del espíritu energías superiores, esperanzas mayores, senderos insospechados para los viandantes de este mundo: "Van –agregó la consejera– van naciendo hasta versos lindos de nostalgia, incluso historias entretenidas, que pueden incluso servir como medios de salvación de muchos, o por lo menos, pueden usarse como guiones para las telenovelas.

  Y antes de que el agua desbordada del riachuelo apagara para siempre el relámpago de su vida, el cocuyo, se puso de paticas y agitó de nuevo las alas reemprendiendo el vuelo. Se sumó luego al carnaval intermitente de las luciérnagas fantásticas sobre el arroyo que serpenteaba por entre las sombras de la noche.

  Cuentan los observadores populares que más pronto de lo que dura el destello de su luz, el antiguo despechado tuco-tuco, –otro nombre que se les da a estos coleópteros–, se consiguió una linda y luminosa tuca-tuca. Y comentan además, jocosamente, que fueron para siempre felices.

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