En el texto que me
sirvió de base para mi versión personal, no se habla de un lobo sino de una
liebre. Y no se habla de “Samaritano”, sino de generoso. Por su semejanza con
el célebre pasaje evangélico, decidí llamar el cuento, entonces, el lobo samaritano.
Aquí el primer cambio porque ¿cómo es
posible que un vegetariano como la liebre, abajo en la cadena alimenticia, se vuelva fácilmente predador para conseguirle
carne fresca al tigre doliente? Además ¿cómo podría un minúsculo e indefenso
animalito arriesgarse de esa manera al exponerse a una fiera malgeniada y
hambrienta? Preferí entonces cambiar de protagonista sustituyendo a la liebre
por un lobo.
Además,
el conejito de por sí genera ternura y es muy fácil para el lector aceptar su
papel lindo de salvador. Opté entonces por ese llamativo animal que por tradición
actúa en las fábulas de astuto y malvado. La elección responde también al hecho
de que es más probable que un carnívoro y cazador comprenda mejor la
situación de un colega en necesidad.
Por otra parte, en una versión se habla de un
monje que adoctrina a su discípulo. Preferí un maestro de metodología informal
para quien la experiencia personal enseña mejor que un discurso o una cátedra.
La fábula original no incluye el segundo
párrafo de mi composición. Eso lo he añadido de mi cosecha personal. Incluso en
el Observador --ya hace algún tiempo--
publiqué una nota real al respecto en la casa de una estudiante donde se
observó el fenómeno, que es algo muy repetido en el reino animal. Me gustó
agregarle eso de que la perrita le pasaba la lengua al gatico enclenque por su
cuerpecito sin que se asqueara ya que se le llenaba la boca de pelos. Eso
significa sacrificio y una muestra mayor de amor materno.
En
el tercer párrafo ya el lobo aparece en la vivienda del tigre con carne fresca,
recién sacrificada. Hago alusión con ese adjetivo a la solidaridad inmediata,
fresca, no retardada.
No
se encuentran pruebas en el reino animal de criaturas que sigan rutinas de
bondad como es el caso fabuloso de este relato. Pero es posible que se continúe
una cadena de actos bondadosos con un mismo animal en estado de indefensión y
menesteroso. Supongo que la perrita no lamerá a la gatica el primer día y ya el
segundo día le clavará el colmillo. Llegará el día en que los papeles ya se
vuelvan normales.
Adrede introduje la aclaración de que “el
lobo depositaba parte de la cacería tenaz cerca donde el felino desvalido podía
devorarla”. “Tenaz” y “cerca” describen
la calidad y el esfuerzo de la cacería, por una parte; y la natural precaución
de un animal ante otro que le genera “respeto”. Alusión tal vez al consejo
evangélico de ser “prudentes como serpientes y sencillos como palomas”
A la
experiencia del discípulo que quiere engañar a la gente haciéndose el enfermo y
desvalido para acaparar la atención de los transeúntes, le he añadido algunos
elementos jocosos, como el de los “perros asesinos” (que no eran ni tan
asesinos, porque apenas le dejaron marcas de dientes en sus glúteos); además, la
natural depresión del joven discípulo por no recibir respuesta generosa de sus
congéneres, de la misma forma que la recibieron los animales necesitados de la
historia; y la actitud del mismo maestro que parece divertirse a expensas de la
experiencia aparentemente negativa de su discípulo.
Alguien
podría poner en duda de que la gente viendo el simulacro de “Siervo doliente” del
discípulo se mostrara indiferente, incapaz en absoluto de solidaridad, cuando
vemos hoy día tantos avispados que explotan la ingenua caridad de sus prójimos
en las calles, en los buses, como muestra de que la sociedad no es tan
insensible como el texto original lo describe. Bueno. En ocasiones hay que
exagerar un poco. Y no es raro, por lo demás, que un embustero o engañador,
como en nuestro caso y como en el del pastorcito mentiroso, por ejemplo, caigan
víctimas de sus propios inventos.
Les confieso, por último, que fue
divertido despedazar y recomponer un cuento interesante que a muchos les puede
disgustar por su carácter eminentemente moralista. Ese es el objetivo original
de la historia. No me he desviado de las intenciones primitivas de su autor, al
cual le agradecemos su creatividad. Seguramente en el futuro, cuando digiten en
un buscador “lobo samaritano”, aparezca mi composición. Y a otro le parecerá
fácil, despedazar y recomponer mi historia a su libre y antojadiza voluntad.
Tiene permiso. Así como ustedes tienen permiso para simular que andan
necesitados, sin amor y sin bienes, cuando en verdad andan en la opulencia.
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