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domingo, 9 de septiembre de 2012

"QUIEN LO VIVE ES QUIEN LO GOZA"

VITAL ponerle espíritu a los quehaceres

 

(Editorial para el Observador 20)

  

 Conocí una madre  excepcional que sin saber inglés ni suponer que su hijo menor lo estudiaría después en la universidad, acuñó una  justa expresión, basada precisamente en una palabra capitalista, para indicar que los buenos oficios de la vida realmente debían hacerse más que con presupuesto material o recursos económicos, con "fondos espirituales" y ganas morales. Y cuando alguno de nosotros mostraba pereza, espíritu negligente, ante las tareas asignadas, comentaba directo a nuestros oídos: "Este muchacho para hacer las cosas no tiene "fundinga", donde "fundinga" proveniente de "fund", (fondo, presupuesto o recurso), indicaba con toda la oración que el personaje mencionado adolecía de corazón y de presupuesto moral para acometer la vida con gusto, con dicha y con provecho.
En otras ocasiones, cuando ella cándidamente esperaba que fuéramos a la tienda, corriendo y entusiasmados, al mandado del momento, nos advertía: "Pónganse las quimbas", para pedir más que botas o zapatos, un coraje explosivo para ir a mil por hora a comprar por ejemplo el pan del desayuno.
Y el padre exclusivo que conocí, mientras pulía la pieza dental hasta convertirla en espejo, en sus ejemplares faenas de trabajo, tarareaba una famosa estrofa colombiana:
"Toma esta cancion que lleva alma, corazón y vida.. Alma para conquistarte, corazón para quererte y vida para vivirla junto a ti" 
Y luego, a través de los enormes aumentos de sus gafas nos estudiaba con picardía añadiendo un comentario:
"No son garbosos ni briosos como el famoso caballero noble que conocí de apellido Zapata a quien jocosamente, al salir de la casa a su paseo habitual, algún sin oficio le tomaba del pelo preguntándole: "¿Te vas Zapata?" A lo cual él contestaba con entusiasmo feroz: "¡No, ala, me voy a pie!"
El otro personaje de gozosas ganas por el trabajo era el abuelo, el cual, cuando llegaba a un sitio donde supuestamente debía haber hechos y emoción, pero no había nada de eso por ninguna parte, al punto miraba con ojos fiscales a los dormidos de la función y les exigía: "¡Bueno, señores, ¡QUE SE VEA MOVIMIENTOOOOO!" 
Y desde luego, conocí también a un costeño intenso, quien, después del Festival al bajarse del bus, sacudiéndose todavía pues aún no había perdido el impulso, repetía la orgullosa jaculatoria: "¡Hey, quien lo vive, es quien lo goza!"  
Todos ellos nos adoctrinan con su biografía en el dogma de que es vital ponerle espíritu a los quehaceres de la vida, ponerle amor y garra, por ejemplo, al estudio, al juego, al arte, a la Fe, al baile, como lo hace precisamente la chica divina de la portada que se retuerce y estira al ritmo enloquecedor de la música olvidándose del mundo. Ahí es cuando uno entiende mejor la magnitud real de la expresión de arriba, según la cual "quien lo vive es quien lo goza".

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