No sólo a las áreas de Ética y religión les toca la tarea de ayudar en la construcción de la ciudadanía y de la personalidad de los estudiantes, es producto de todo el pensum académico institucional
Para Quino, –comenta Frank–, el asunto de los valores de los jóvenes es
competencia prioritaria de la familia, de ahí que presente la figura paterna en
su relevante función de inducir valores en sus hijos, no sólo
verbalmente, sino, sobre todo, con actitud y muestrario. Dicha tarea la
compartirá el docente, por vocación o por salario, cuando estos chicos entren a
formar parte de los grupos escolares. Frank estima que el egoísmo se infunde en el ser humano, desde sus primeros meses de chupo, volviéndose código
en su desempeño de interacción social, bien en la misma escuela, en la casa y
en el exterior.
Comenta asimismo a Matador, quien, con estilo algo descarnado, bosqueja contradicciones o desnuda eufemismos. A quienes presentamos valores nos asalta con la sorpresa de que los resultados en efectivo contradicen violentamente a los teóricos. La responsabilidad individual parasita de la ajena, –o sobrevive a expensas de lo que el otro hace–. Y el seudo convencimiento de que somos respetados o apreciados se nos revela como un auténtico engaño, graficado cruelmente con una caricatura dentro de la misma caricatura. Para Quino, los medios de comunicación e información se erigen como maestros colaboradores en la enseñanza de los valores predominantes en la actual sociedad, en cuanto a cultura, relaciones sociales y llenado de cerebros.
Frank supone que unos padres y unos maestros achican su misión pedagógica al sólo “indicar”, como lo hace el padre, que también señala así a unos maestros de escuela, –de hecho, a ellos los llaman “guías”–, porque se obligan a indicar información. Vivimos, pues, en medio de engañadores, –concluye Frank–, como la rica abuela testadora, que por suerte no ve a sus Pinochos de narices ambiciosas y sonrisas maquiavélicas.
El contraste curioso lo ejemplifica el niño con cara inocente, que se deja tomar de la mano, en actitud desinteresada. Ajeno a la conducta tendenciosa de sus familiares, sin proponérselo, protagoniza la mejor estrategia para quedarse seguramente con la herencia de la abuela.
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