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viernes, 5 de junio de 2015

NIÑO DE CINCO AÑOS INVITA A COMER A UN INDIGENTE

El menor había preguntado antes a su madre quién era esa persona de tan mala facha. Y ella entonces le explicó que era un “homeless”, o sea una persona pobre y sin hogar. No dudó entonces en pedirle a ella dinero para invitarlo a comer también  como a un amigo de siempre

Editado por Lebb

Josiah Duncan, de cinco años, observó a un indigente que se encontraba de pie, meditabundo, frente al local de comidas rápidas, mirando hacia adentro, donde él, su madre y muchos felices comensales departían en torno a platos provocativos.
Le produjo extrañeza que todos lo ignoraran y que mucho menos alguien, con la cara de hambre que tenía, lo invitara a entrar. Dirigiéndose entonces a su madre, Ava Faulk, mujer también de buen corazón, le preguntó acerca de quién era ese señor, porqué ese aspecto y porqué no se animaba a entrar al restaurante. Ella le contestó, tras una breve pausa, que era muy pobre, que vivía sólo de la caridad,  que era un “homeless”. Y, en seguida le explicó la palabra inglesa: “Homeless es una persona que carece de hogar”.
En ese instante, allá en su mente y dentro de su gran corazón, se gestó una nutritiva idea en favor de aquel extraño. Le rogó entonces a la madre que también le permitiera invitar a ese señor a almorzar. A lo cual la mujer, conmovida, y para no desentonar con la actitud de su hijo, accedió. Levantándose de la mesa,  Josiah fue hasta donde se hallaba el hombre y le extendió la invitación: El inusual convidado se sorprendió con el  gesto del muchacho y muy entusiasmado aceptó la propuesta. Enseguida, entró contento al establecimiento ubicándose en una de las mesas de la entrada.
Sin embargo, tuvo que aguardar ahí un largo rato, pasando saliva el pobre hombre, viendo pasar diligentes a los meseros sin que se detuvieran a prestarle atención. Hasta que el mismo Josiah tuvo que intervenir de nuevo. Se levantó entonces de su puesto y le llevó la carta para que pidiera lo que quisiera y, luego, le llevó al mesero.
Una vez presentes en la mesa la hamburguesa con queso y harto tocino, solicitadas por el maravillado comensal, el jovencito quiso rezar y dar las gracias con él. Los presentes en el restaurante, con dueño y meseros incluidos, detuvieron todos sus movimientos para contemplar la excepcional escena.
Más adelante, la madre del chico declaró enternecida que nunca jamás olvidaría aquel pequeño y gran acontecimiento, a través del cual Josiah exhibió la espontaneidad y la generosidad propias de los niños que nos cuesta mucho imitar a los adultos, pero que seguramente contribuirían en la práctica a lograr una mejor sociedad.

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