Otra vez en mis sueños, por una calle llamada Anhelos, pasó por mi lado la chica Rina. Una chica inteligente, bien estudiosa, atractiva y que, en definitiva, "engolosina" los ojos de quienes la miran.
Exclamé entonces a su paso, en uno de mis habituales ataques de alocada inspiración:
--¡Rina, eres la chica que me fascina!
A lo cual ella hizo un gesto
de repulsa en vez de la sonrisa bella que yo esperaba. Pero, como pasa en los sueños y lo recalca la canción, "no me dí por vencido". Y mientras iba pensando en una nueva estrategia lírica, me volví hacia mi Ángel de la Guarda (recuerden que estaba soñando) y le comenté:
"Fíjate que ahora las muchachas no aprecian en nada la
poesía. Les gusta más la prosa directa y la más sencilla".
Resolví entonces alcanzar a Rina para dedicarle un nuevo verso que se me vino a la cabeza, así de repente. Y alzando con sentimiento los ojos al cielo, con la mano en el pecho, así como un marranito degollado, declamé en viva voz:
Rina, ante ti mi piel se enchina,
Como….
(Y aquí me detuve para pensar en voz alta, porque se me había acabado la inspiración. (Y bien rápido que se acabó). Dirigiéndome desesperado a mi compañero, o sea a mi Ángel, en el acto, le imploré:
¡Ayúdame a terminar el verso –le dije-- con qué palabra rima "enchina"…Al
segundo él respondió:
"Ya la tengo". (Y me lo dijo al oído).
Fue entonces cuando, retomando el supuesto poema completé el incompleto verso, sin perder ese talante de declamador, o sea ese de marranito degollado:
Rina, ante ti mi piel
se enchina
Cual la misma piel de
la gallina.
El efecto fue mortal. La bella Rina se detuvo de inmediato. Me miró fríamente, haciendo un gesto de desagrado y
excomunión. Y, alzando la voz con ironía, comentó para todo el universo:
-Es lo más simple y
bobo que he escuchado en mi vida.
Me quedé mirando de reojo a mi compañero que también era malito para la poesía y le comenté burlonamente
al punto:
--Ya te lo había dicho, amigo. Hoy día las chicas no
aprecian en su verdadera dimensión la poesía. Creo que Rina, esa chica que me fascina, hubiera dicho lo
mismo ante un verso de Neruda, Amado Nervo o de Bécquer.
-Él, sonriendo de buena gana, le concedió la razón a la chica, haciéndome entender por telepatía que mi copla era realmente una tragedia.
"También importa mucho –complementó a continuación mi "Dulce compañía"-- de qué labios son oriundos los versos. A lo mejor de quien ella guste de verdad, a quien le deba sentimientos especiales de alma y corazón, y a quien ella tenga en la gloria de su
pensamiento, la emocionaran profundamente sus palabras, así él exprese la prosa más simple, más reguetonera o más absurda. O así no diga nada.
Y en eso mi Ángel tenía toda la razón. Y mientras Rina, a quien un día el amor de alguien afortunado le pondrá la piel de gallina, continuaba su camino por mis sueños, yo emboqué por las sendas tortuosas de la realidad. (Eso quiere decir que desperté).