El elevado costo de vida lo ha obligado a cerrar
la productiva fábrica de hacer hijos
Observé allá en Uganda, en Butaleja, a un asombroso, pero ya estresado agricultor de 67 años, que tiene, —para que te asustes—, 12 esposas, 102 hijos y 568 nietos.
Se
llama, para más señas, Mzee Musa Hasahya y empezó a los 16 años su apasionante
vida productiva en el pueblo de Lusaka, al contraer su primer matrimonio. Y
digo primero, porque le siguió gustando “esa vaina de casarse”, como decía el
bobo del cuento; y, de hecho, lo hizo
una segunda vez, una tercera, una cuarta... Para resumir, lo hizo once veces más, hasta completar ese
record nupcial que le granjeó tantos muchachitos, con tantas madres propias
para unos y adoptivas para otros.
La
poligamia legal en Uganda le permitió consumar ese tipo de hazaña machista y,
aunque creció en la escasez y casi en la nada, Mzee pronto se las arregló para
cambiar su extrema pobreza en capital y en prestigio, alcanzando incluso éxito
político, convirtiéndose en presidente de su aldea. (Nunca antes en una
posesión –me contaron los periodistas, – se habían visto tantas primeras damas
juntas).
Pero te
estarás preguntando porqué a nuestro amigo le gustaba harto esa manía de
casarse tanto y de hacer excesivo ejercicio conyugal. Pues sencillo: Tenía una
especie de trauma generacional, o de obsesión paternal. Creía que, con esos dos
hijos no más que tenía con la primera, no era suficiente para garantizar la
perpetuidad de su clan. Además su padre también había tenido sólo dos hijos y
ese número amenazaba seriamente la continuidad de su apellido sobre la tierra.
De esta manera, el agricultor ugandés empezó a pasarse incansablemente de cama
en cama no sólo para que sus esposas no se sintieran solas y expuestas a ser
infieles, sino también para acrecentar su descendencia. (Algo enrazado, parece,
con el famoso Abraham que también bíblicamente tuvo tantos hijos como las
arenas de las playas del mar). “Naturalmente, –me explica el prolífico Mzee–
cuando ya se baja la materia prima viril, la alarma se activa para que los
hijos asuman su rica tarea de seguir “multiplicándose y llenando la tierra”.
Pero sin obsesión ni constancia excesivas. “Porque –concluye sabiamente–, la
crisis económica que vive el mundo
también tocó nuestra puerta y hay que ser ya austeros y medidos. Y de hecho, ha
reunido a toda su tropa, como arriba en la foto, para echarles un discurso de
inteligencia sexual, entre otros temas, para que opten por la planificación
familiar, que ya el clan Muza, por ahora está a salvo, y que más bien piensen
en cuidar y atender a la prole medida que ya tienen... Que los manden a
estudiar para que prefieran más los placeres espirituales, los bienes del
conocimiento, más que las dulces tentaciones mundanales.