Forma de "ayudar" a que otros desarrollen sus proyectos y lleven su vida según sus propias determinaciones
La contraparte negativa del "Laissez faire" en Educación:No hay que dejarlos que hagan todo lo que se les dé la gana. |
Cuando uno estaba de balde, en el lugar y en el momento equivocados, mientras otros sí se consagraban a sus propias faenas, nuestros predecesores nos aplicaban uno de los refranes más comunes de todos los tiempos: "Mucho ayuda el que no estorba".
Entonces uno se quitaba de ahí mientras humildemente iba asimilando la lección de que en muchas ocasiones cualquiera que no tenga a bien colaborar, no debe convertirse en obstáculo o en espinas en el camino de las acciones buenas que los demás estén haciendo o quieran emprender.
Al lado del anterior, también tenían otro, un tanto desafiante pero que comportaba una autorización de mala gana: "¡Haga, entonces ––decían–– lo que se le dé la gana!" Pero había otro más benigno: "Como usted quiera está bien". Uno entendía entonces que sin obtener un patrocinio efectivo y declarado podía contar por lo menos con la "autorización" de quienes tuvieran relación contigo para actuar o para ejecutar cualquier buen plan que hubieras craneado.
Ese ("Laisser faire"),"dejar hacer" a los otros las cosas a conciencia, también fue estrategia de san Agustín según su frase inmortal: "¡Ama y haz lo que quieras!" Como si dijera: "El amor es bueno y es sabio, no puede equivocarse cuando obra en consecuencia". Por lo tanto, no sería sensato interferir en sus actuaciones porque sería oponerse a "Dios que es Amor".
Gamaliel, maestro del Apóstol Pablo, también sin saber francés les habló a sus compatriotas del "laissez-faire" cuando éstos pretendían matar a los difusores de la nueva doctrina: Les dijo sabiamente: "¡Correligionarios, 'laissez faire', déjenlos predicar porque si este proyecto de vida viene de Dios, no hay poder humano capaz de impedirlo!" (Claro que no lo dijo con estas palabras, pero fue más o menos parecido).
El mismo Jesús también se adelantó al laissez-faire cuando les ordenó a esos discípulos opositores que no aceptaban bien a los niños: "¡Laissez faire, ––les ordenó con autoridad––Déjenlos que se acerquen. No se lo impidan!" Y a los celosos del ministerio también les dio posteriormente otra lección: "Déjen a esos profetas que también prediquen y no se conviertan ustedes en estorbos o en demonios" (No dijo exactamente eso, pero también fueron palabras bastante parecidas).
Finalmente, en Inglés la traducción de "Laissez faire" es "Déjenlos hacer", y en un sentido más amplio: "¡Deje SER!" Como en la canción de los Beatles "Let it be". En este sentido, recuerdo una travesura de niños cuando los pajaritos bajaban al patio a picotear ansiosos los granos de alpiste. Nosotros, en acecho previo, saltábamos sin piedad sobre ellos por el solo gusto de verlos volar despavoridos. Escuchábamos entonces paralizados el grito justo pero feroz de alguno de nuestros mayores: "¡Déjenlos comer, no sean maldadosos!"
Con el tiempo caeríamos en la cuenta, contritos de corazón, de que uno, si bien no quiere o no puede, debe permitir que los demás satisfagan las necesidades de su vida: cuanto quieran hacer y lo que quieran ser.